Yo soy muy espiritual
Empezando por el yo y acabando con el muy espiritual, parece ser que no comprendemos lo que somos. Como no logramos retirar el yo, se nos queda inalcanzable comprender que de ser algo somos espíritu viviendo una experiencia física. Esto son solo palabras que apuntan en una dirección.
En mi caso, lo más cerca que estoy de comprobar lo que quiere decir que somos espíritu o que siento que no soy nada de lo que me creo ser, es cuando me rindo, cuando abandono toda justificación con la que me victimizo o me culpo, cuando suelto esas dos caras de la misma moneda que me llevaban a lo mismo, a sentir miedo. Ese momento en el que veo mi error y perdono. Ahí siento un espacio o expansión al igual que cuando medito. Esto se ha ido extendiendo en el tiempo y es cada vez más como sentirse más ligero o más siendo energía y no algo pesado.
Otros de los momentos en los que corroboro lo ilimitados que somos, ha sido con los viajes astrales, con los sueños lúcidos o con la telepatía. Pero el más común es cuando me siento a meditar, cosa que cada vez hago menos porque he comprobado que cuando vas integrando el perdón comienzas a dejar de necesitar muchas cosas, incluso el sentarte a meditar, basta con unos minutos al salir de la cama y otros minutos antes de dormir. Con el perdón me he ido sintiendo cada vez más en paz, más seguro y con una sensación de confianza que la asocio a ir reconociendo quien soy a base de reconocer lo que no era y esto genera una conciencia también de quien es el otro, una conexión o una sensación de igualdad, unidad o comunicación.
Al sentarme a meditar, llega un momento en el que no me pienso, no hay historias mías, ni entro en valoraciones del mundo, ahí deja de existir la sensación de tiempo y forma. Ahí experimento un espacio ilimitado, un estado de ser energía autopercibiendose.
Cuando escucho a alguien decir que se considera “ser espiritual”, a mi no me resuena. Veo que están en un papel de soy espiritual porque canto mantras, hablo con la Pachamama, envío amor a todos, no como carne, soy muy bueno, me trabajo internamente…como si hubiera que cumplir unos requisitos o hacer cosas excepcionales o especiales para ser lo que ya uno es. Y mientras tanto ese que dice ser espiritual sigue sintiendo enfado, sigue culpando, se victimiza, se culpa, piensa que la vida es difícil porque el sistema es el culpable, cree en las injusticias, cree que cada uno tiene su verdad… Una lista interminable que demuestra que lo de ser espiritual no se ha entendido.
También están los que “funcionan” con el pensamiento positivo negando sentimientos, ocultando creencias creyendo que si niegan los pensamientos negativos eso ya no está. Al igual que los que están usando la ley de la atracción como un intento de cubrir las “carencias”, todo como un medio con el que huir y no responsabilizarse. Se genera mucha presión y culpa con esta clase de “técnicas”. ¿Cuándo es que hemos comprado la espiritualidad? ¿En qué momento negamos que todo es mente?.
Vamos negamos al Ser en cada momento en el que ocultamos o negamos las sombras con las que nos identificamos. «Yo no soy, es el otro, yo reacciono así porque el otro hizo o dijo… Yo me culpo porque lo hice de tal modo…»
No somos nuestras sombras ni somos esos errores ni esas historias que alimentan nuestro modo de razonar, pero mientras lo creemos ser hemos de mirar todo ello, sintiendo lo que sintamos y dejándonos ya de excusas externas.
Mientras dejamos sin mirar las creencias y rechazamos los sentimientos, mientras seguimos gobernados por esas ideas sobre el yo y los otros, negamos al Ser porque no le estamos dando espacio. Tú, yo, ya somos espíritu, claramente bien confundidos e identificados con el ego, identificados con el personaje, con las historias que sostenemos para reforzar la identidad que consideramos ser.
Nos defendemos de nuestras proyecciones de lo que ponemos nosotros mismos ahí fuera, atacamos nuestras propias inseguridades, culpa, miedo que no identificamos en el momento hasta cuando ya estamos cansados de sufrir y dependiendo de cuánto apego le tengamos a nuestras ideas sobre nosotros mismos y de cuánto queramos responsabilizarnos. Así que, espiritualidad, ser espiritual, ¿qué es?, ¿leer libros espirituales? ¿evangelizar a los que ves en ego?, ¿corregirlos, querer que cambien?, ¿por qué? No queremos admitir que no nos soportamos a nosotros mismos.
Ser espiritual no es ser bueno ni enviar bendiciones. Ser ecuánime, asertivo, amable, pacífico… Las cualidades del Ser se dan genuinamente como resultado de una comprensión de igualdad con el otro y de comprensión por saber que no hay nada ahí fuera que no sea yo mismo contra yo mismo o yo mismo amando representando el amor. Espirituales o espíritu somos todos sin excepción ni grados y en este plano lo único que aparentemente nos podría diferenciar es el grado de confusión mental.
Mientras no abandonemos la creencia en el ataque, la creencia en la separación y la culpa, no podremos percibir la esencia perfecta que somos por lo que continuaremos enredados en conceptos, en leyes mágicas, en conflictos negados y exigiendo que algo ahí fuera nos complete, a veces una etiqueta como esa: Soy espiritual.
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