El mensaje de un curso de milagros y el poder de las palabras

mano de adulto y sobre ella mano de un bebe que sostiene una flor. mente no dual.

¿Qué te pasaría si te comprometieses a vivir desde la responsabilidad?

 El mensaje de un curso de milagros podría resumirse en que hemos de ir  más allá del nivel de la forma, cuestionarlo todo, cuestionar nuestra percepción y por ende cuestionar el significado que le hemos dado a todas las palabras las cuales son conceptos filtrados por un yo que ajusta la realidad como «necesita».

La Responsabilidad es una palabra como otra cualquiera. Su valor o sentido depende de cada individuo, es decir, es subjetivo. Su definición digamos que es algo objetivo. Esto ocurre con todas las palabras y cosas en el mundo.

Las personas le otorgamos a las palabras un sentido especial más allá de su definición objetiva. El significado que le hemos atribuido es a base de nuestras experiencias, memorias, creencias y propósitos. Según este significado subjetivo así será nuestra relación con la palabra. Ella encarnará y manifestará esa batería, ese contenido de pensamientos que le hemos asignado.

Puede ser que para algunos la palabra responsabilidad tenga connotación negativa, que la vivamos como una carga o que la rechacemos, que la interpretemos desde el miedo o con una sensación de sometimiento, soledad, culpa, vergüenza… puede ser que un sinfín de reacciones, sensaciones y defensas surjan solo al escucharla.

Podría ser que la hayamos vinculado con falsos “sinónimos” que están muy ocultos en la mente, con trasfondos de lealtad, compromiso, fidelidad, obligación

En mí, la palabra responsabilidad me lleva al compromiso para conmigo y por lo tanto con los demás y un beneficio mutuo. Ese compromiso de darme cuenta de qué está surgiendo en mí, me cambió y continúa cambiándome la vida a mejor.

El cómo vivimos o reaccionamos ante una simple palabra nos puede estar indicando mucha información sobre el personaje que hemos construido. Esa palabra mantiene bajo sí todo nuestro autoconcepto el cual sostenemos a través de no cuestionarnos, de no preguntarnos qué es lo que produce en mi interior el escuchar esa palabra.

El abrirnos a la posibilidad de que quizás esa palabra tenga otro probable significado va a crear en un principio un desajuste mental-emocional. Esta es la primera señal de que estamos deconstruyendo el autoconcepto. A partir de aquí incluimos la plasticidad cerebral. Esta se pone en marcha porque estamos aprendiendo gracias a abrirnos a nuevos conceptos que producirán a su vez nuevos estados mentales y con ello estaremos transformando la identidad, el personaje o autoconcepto. A esto se le llama proceso o desarrollo de enseñanza-aprendizaje. Surge en mayor o menor medida desde que nacemos hasta que morimos.

Esto demuestra que el abrirnos a la posibilidad de que las cosas no sean como yo pienso que sean, o que sean además un algo diferente, nos deja en un estado mental apacible, abierto, flexible, receptivo, una sensación de ligereza, libertad. Esto gracias a no defender lo que estemos pensando. Defenderse es agotador.

Miremos un ejemplo de sentido de las palabras:

Alguien nos dice que no quiere tener pareja. ¿Qué sentido tiene para esa persona la palabra pareja?

Sufrimiento, coacción, sometimiento, lucha…

Otro nos dice que tiene “miedo de ser libre». Quizás el sentido de ser libre para esa persona sea: me castigarán por ello, no me lo merezco, me juzgarán, es ser irresponsable, alocado, desordenado…

No tiene miedo de ser libre, el miedo que siente es por lo que cree que significa ser libre.

¿Qué significan para ti muchas palabras con las que no sientes expansión?

Puede que te estés perdiendo un camino, unas experiencias por tenerlas encajonadas a unos límites de juicio.

Qué tal si pones en duda el sentido que tenga para ti alguna palabra y te imaginas qué otra cosa podría ser si no fuera eso.

El ser humano es lingüístico por naturaleza. Se construye, se desarrolla y expande a través del lenguaje verbal y no verbal. El lenguaje no tan solo es descriptivo o afirmativo, por encima de ello es generativo y creativo. Genera, posibilita, cambia realidades…

Es una herramienta que está en acción siempre y pasa desapercibida.

De igual modo, el lenguaje y las palabras son espejo de nuestro estado mental, de nuestros mecanismos de supervivencia y de nuestra forma de interpretar. Nuestras intenciones, propósitos, deseos, juicios, miedos, paz, amor… Todo aparece en nuestro lenguaje.

La responsabilidad es la voluntad y decisión de hacer un viaje de introspección donde la culpa no tiene lugar en absoluto, pues esta solo quiere existir para perpetuar el cuento que se cuenta el personaje. Solo quiere limitar al amor o justificaciones para no amar.

La palabra responsabilidad proviene del latín «responsum», responsable, responder.

Podría ser en un juego de palabras como el “re” + “poner”, volver a poner la atención en mí para Reponer a modo de sanar desde un dar desde mí que ya incluye el que yo tengo(repongo). De ese modo reponer-reparar-reconstruir, cuidar, atender desde otro lugar- desde un yo que por devolverse la mirada se hace consciente de lo que siente piensa e interpreta.

Responsabilidad es igual a: deseo conocer qué hilos me mueven sin darme cuenta. Me atiendo, escucho las voces, las opiniones que confluyen, generan sentimientos y un sentir físico: respiración acortada, dolor de cabeza o apertura en el pecho, inclinación hacia delante, sonrisa…

La responsabilidad nos capacita, nos hace libres e independientes del exterior.

Es la disposición a querer mirar por encima de lo que creo que está siendo y relacionar el cómo veo la circunstancia con el cómo me siento y a su vez comprobar que esto se vincula con la reacción de la otra parte o con el escenario.

La responsabilidad es la correcta interpretación de la realidad que parte de la verdadera comprensión de la ley entre causa y efecto. Causa es un yo que defiende opiniones y se justifica. Efecto, es lo que siento y el escenario. Tanto para contracción como para expansión.

El ser responsable nos regala el ser libres. El tener o no todo aquello a lo le habíamos atribuido el poder de hacernos sufrir o ser feliz;

Experiencias, personas, objetos… Ya sabemos que no son ellos, que no viene nuestra alegría o bienestar de ello, ni nuestra frustración o enojo. Ahora la responsabilidad nos ha conducido a una mirada de darnos cuenta de que no es el mundo, no es él ni los otros, no son las circunstancias, no es lo que pasó sino el cómo me lo cuento.

Es en ese espacio de responsabilidad donde colapsa el tiempo y el espacio. He dejado atrás toda carga emocional, toda mochila de pensamientos alimentados y sus respectivas creencias acerca de mí, del otro y del cómo pasó.

Estos son momentos de sanación. Nos sentimos más ligeros, como con más espacio en la mente, podemos sentir más conexión con los otros, la comunicación se hace posible

Hagamos de cualquier palabra una oportunidad para ir más allá de los límites de la mente fraccionada(ego).

Ninguna palabra por sí misma puede condicionar a ninguna mente si no es su deseo.

Aprendamos a vivir desde otro lugar donde las palabras no sean sentencias ni sentenciadas. Vayamos más allá de las formas y los modos. Hay mucho que está oculto bajo toda expresión verbal o no verbal. Siempre hay ocultas peticiones de ayuda mías o del otro.

 

 

 

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