La poderosa relación entre mente-cuerpo

relación real entre mente y cuerpo. El poder de la mente. Foto tomada de un embarcadero con una mujer sentada mirando el horizonte frente a ellas montañas.

Las emociones generan cambios en el cerebro y estas influyen en nuestro cuerpo. Esto ya es sabido pero no aceptamos el poder total y real de esto. Seguimos pensando que el cuerpo tiene una voluntad por sí mismo ajena a la mente. Es con la mente que decidimos, por ejemplo, comer una cosa u otra, no es el cuerpo el que me está pidiendo. Nuestro estado mental produce algo a nivel físico. Todo primero es mente, luego se manifiesta el resultado de lo que hay en la mente.

Cuando vas al fisioterapeuta y le preguntas: “¿Esta rigidez que tengo en el cuerpo y este dolor?, me viene todo de lo mismo, ¿no?, de la mente.” 

Si es un fisio que relaciona las dolencias físicas con lo emocional, nos va a contestar que sí. Sin embargo esto aún no alcanza a expresar la realidad sobre el asunto. 

Hay confusión sobre la relación mente cuerpo, como la hay sobre causa efecto. 

Como teoría inicial hemos intuido y aceptado que si pensamos de tal modo nos sentimos de tal modo y que estos sentimientos influyen en el cuerpo, por lo tanto cabría aceptar que los pensamientos-mente, influyen en el cuerpo. Bien, afinando más y comprendiendo la importancia del asunto, sería aceptar que antes de esos pensamientos de los que somos conscientes, existe una estructura mental, patrones, creencias… Es decir, que bajo esos pensamientos que vemos, existe toda una maquinaria, un sistema de pensamiento inconsciente que le da forma a todo. 

Veámoslo con un ejemplo de poco peso porque sino tendremos más resistencia a aceptar que es así:

Imaginemos que sentimos atracción por un tipo de zapatos o de calzado, los cuales son vistos por la mayoría de la sociedad como muy seductores o valorados cómo el mejor calzado. Este calzado con el que llevamos cierto tiempo en nuestros pies, esconde bajo el unas necesidades y creencias. Lo que nunca imaginamos es lo que puede esconder una acción tan simple como decidir qué zapatos comprarnos. Veámoslo: 

Somos una persona que tiene algunos complejos o inseguridades de las que aún no somos conscientes o somos muy competitivos o supuestamente nos encanta nuestro físico y queremos “sacarle partido” a este. Inconscientemente, creemos que unos zapatos nos harán ser más atractivos, más poderosos o más deportistas, o simplemente nos quedamos con la idea de que nos gustan para nosotros mismos. ¿Por qué? ¿Qué hace que nos guste ese tipo de calzado? ¿Yo soy mis zapatos? ¿Mi valor viene de qué tipo de calzado use? ¿Me he identificado con una imagen y si no la alcanzo o represento me siento mal? ¿Qué pienso de los que usan un calzado muy diferente al mío? ¿Qué valor tiene para nosotros ese calzado, qué obtengo con ello?. Te propongo hacerte estas preguntas y descubrir de ti lo que estaba en tu inconsciente. 

Hay toda una mecánica mental bajo un simple calzado. Nos colocamos ese calzado y no vinculamos nuestro dolor corporal con ellos o nuestra incomodidad y aún menos con lo que hay en nuestra mente que nos lleva a sentir atracción y utilizar ese tipo de calzado y no otro.

Estamos en el fisioterapeuta, nos duele la espalda, la rodilla, el trapecio… y nos dice que podría ser a causa de nuestros zapatos y del estrés, que nos tensionamos físicamente. Pero esto no es la causa real. Lo que llevamos en los pies es solo la punta del iceberg. El calzado es un efecto, un síntoma de nuestro contenido y estado mental. Es un resultado que proviene de nuestras creencias. Los zapatos no son la causa aunque aparentemente lo parezca. La causa real está en la mente. 

Estamos viendo que la causa directa es toda esa información que mantenemos oculta aunque no está oculta realmente, ya que nuestro cuerpo y circunstancias están abiertamente manifestando que algo no va bien. Aprender a hacer lecturas correctas sobre nuestras experiencias va a determinar que generemos cambios saludables, efectivos y duraderos. 

Volvamos al fisio. ¿Estamos convencidos de qué necesitamos un cambio de calzado y de que debemos llevar nuestra vida más relajadamente? ¿Lo haremos?. !Ojo¡, no haremos grandes cambios si sentimos un sacrificio con ciertas modificaciones. Esto quiere decir que si sentimos que se nos está quitando algo que valoramos, aparentemente esos zapatos, no estaremos más que buscando que alguien o algo nos quite el malestar. Solo estaremos queriendo generar pequeños ajustes para no sentir tanta incomodidad, es decir, que lo que buscamos es compensar. De este modo seguiremos poniendo el problema y la supuesta solución donde no es y, por lo tanto, dejando la causa real intacta. 

El sacrificio lo sentimos porque realmente lo que se nos quita no es un calzado, sino lo que obtenemos con ellos: Sentirnos más seguros, más guapos, nuestra autoestima, nuestra autoimagen de la que dependemos… 

Y sobre tomarnos la vida más relajadamente vemos como estar en paz, no tiene tanto valor como llevar razón en una discusión. Perder ser la autoridad o perder la sensación de superioridad entre otras “necesidades”, todas valen demasiado como para cambiarlas por estar en paz, ya que aunque nos contamos que queremos estar menos estresados y sentirnos mejor, en capas de pensamiento más profundo, esto no es cierto. Lo que está ocurriendo es que nos disociamos, no relacionamos nuestro sistema de pensamiento con nuestra experiencia. No somos conscientes de cómo opera la mente ni de todas sus capas, pero podemos ser conscientes a través de los resultados con nuestras experiencias y podemos cambiar nuestra ignorancia por conocimiento y libertad si nuestro deseo de cambio es verdadero. Sea cual sea la experiencia en la que estemos actualmente, tenemos una nueva oportunidad, podemos elegir indagar para poder ver más allá de supuesta equivocación y de todo lo que nos contamos. Podemos conectar con el concepto correcto del perdón, aplicarlo y así decidir sanamente. 

Ese calzado y estresarnos es una decisión tomada desde el contenido de nuestra mente, contenido que dejamos oculto con el objetivo de no cambiarlo, de mantener ideas sobre nosotros que refuerzan nuestro personaje el cual creemos que somos. Dejamos sin mirar nuestra mente para seguir conservando las creencias que tenemos sobre nosotros mismos, esas que nos aportan seguridad y control. Mientras tanto, exigimos modificaciones externas, nos victimizamos, esperamos cambios fuera, enfocamos nuestro poder de “crear” en una dirección que nos dejará insatisfechos. 

El contenido de nuestra mente se ve en la punta del iceberg el cual es ese dolor en el trapecio o esa enfermedad. Ahí, encontramos el último eslabón de una cadena de contenido mental que alimenta un sistema de pensamiento. 

Estamos viendo que la relación entre mente-cuerpo no es tan simple como la teoría inicial o que por tener poco conocimiento y tergiversado y tantas resistencias a aceptar nuestra responsabilidad, (no culpa), el tema se vuelva muy complejo. ¿Podemos aceptar que el malestar físico o la enfermedad viene de la mente? Podremos contarnos qué no decidimos ese dolor que nos llevó hasta el fisioterapeuta, sin embargo podemos ver que en un nivel más profundo estamos tomando decisiones, moviéndonos desde creencias y patrones que nos llevan a resultados o efectos. Todas nuestras decisiones son tomadas desde niveles más profundos de pensamiento y todo pensamiento genera forma en algún nivel; Sentimientos, sensaciones, hechos, acciones, experiencias…

Ante esta información podemos “elegir” dos opciones, pero solo una nos conduce a sanar. La primera opción que grita dentro de nosotros es sentirnos culpables y la segunda opción es la responsabilidad. Esta es ver el cielo abierto pues es la posibilidad de cambio, cambio mental, porque por fin no estamos condenados a una fuerza superior a nosotros, ni a condiciones externas. La responsabilidad comienza como un viaje de introspección donde ser consciente de conceptos e ideas erróneas y de creencias llenas de pasado. Un viaje que posibilita ir hacia la paz más allá de las circunstancias porque se trata de liberarnos de toda culpa y miedo.  

En esta opción no cabe nada más que la voluntad de aprender, la apertura, buscar ayuda y el compromiso con un nuevo camino que sí nos sana y en el que vamos liberándonos de las expectativas con el cuerpo. 

Nuestro trabajo es llevar la oscuridad ante la luz. 

Sea cual sea el proceso en el que estemos, aquí, algunas preguntas que nos podrían ayudar: ¿Quiero vivir esto como una víctima?, ¿cómo estoy viviendo esto?, ¿cómo me estoy tratando en esta experiencia? Y la frase: Podría haber paz en mi mente en lugar de esto. Junto la pregunta ¿para qué de estos pensamientos?

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