El suicidio UCDM

fOTOGRAFÍA VISTA DE NUBES DESDE ARRIBA.ATARDECER

Tal y como Jesús lo dice en el Curso, “nadie puede morir a menos que elija la muerte” Capítulo 19 C. El tercer obstáculo: La atracción de la muerte. Párrafo 1 frase 3

“…nadie muere sin su propio consentimiento. Jamás ocurre nada que no sea una representación de tus deseos, ni se te niega nada de lo que eliges” Lección 152. Tengo el poder de decidir. Párrafo 1. Frase 4, 5.

Entonces según UCDM, todas las muertes son en realidad un suicidio.

También deja claro que la muerte es un pensamiento en la mente y que no tiene nada que ver con el cuerpo.

El propósito del ego con toda muerte es demostrar que la separación es real y que, en el fondo, Dios nos ganó la batalla arrebatándonos la vida -con la muerte- que anteriormente le robamos a Él -con la separación o el habernos separado-.

El Curso siempre nos está diciendo que le prestemos atención al contenido y al propósito en lugar de a la forma y a la apariencia ya que toda muerte en el mundo proveniente de un pensamiento del ego. La forma y la apariencia solo refuerzan nuestra necesidad de ser especiales y por ende confirmar nuestra separación y no unidad o completitud. Nosotros experimentamos el reflejo de nuestras creencias y actitudes internas, y tanto si parecemos estar encarnados como si parecemos estar en un alma atravesando un período entre-vidas o si parecemos estar soñando por la noche en nuestra cama, en todos los casos experimentamos lo que hemos aceptado en nuestra mente.

Si miramos con Jesús, con el Espíritu Santo o desde la mente recta, veríamos que toda muerte incluyendo el suicidio no es diferente en contenido sino en forma ya que todas son una elección basada en nuestra propia percepción(contenido mental) de estar separados, victimizados…Morimos así como vivimos. La forma en la que morimos o las formas de nuestra expresión en el mundo, también representan o son un resultado del contenido mental que albergamos o que protegemos. 

Aunque las formas o apariencias no importan porque pertenecen al mundo de la ilusión, ello no justifica el caer en ningún tipo de “ataque” al vehículo que es el cuerpo. No se debe justificar ningún comportamiento, acción o expresión que mantenga de base una mentalidad No recta. No debemos caer en la falsa negación, en la necedad, ego espiritual o en tal disociación o bypass haciendo uso de ciertas premisas del Curso para caer en realizar acciones desde la no responsabilidad, enajenación y la no funcionalidad. Este cuerpo es un vehículo de comunicación cuando se pone al servicio del Espíritu y nada más es su función. Por ende, todo aquello que no sea usarlo para tal fin es una reafirmación del yo. 

¿Es importante y no condicionante, por lo tanto, el cómo “nos marchamos”? Sí, dado que es importante el nivel de paz en el que se encuentre la mente y ello también quedaría reflejado en la forma. Aunque en algunas ocasiones, el escenario no tiene porqué expresar el contenido mental o el nivel de culpa inconsciente. Uno de los ejemplos es el de Jesús en la cruz. Él no estaba en ego. Su misión ahí fue traernos la lección:  «No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó» Lección 199

También nos salvó del sacrificio, enseñándonos que nada estaba sacrificando porque nada real estaba perdiendo, el cuerpo. Además de dejarnos el medio, la herramienta o la voz, esa impronta en la Mente que es el Espíritu Santo. Él, ese medio de comunicación entre el sueño y el Conocimiento, entre nosotros y Dios. Así como también nos mostró la resurrección y el Ser Eterno.  

Qué ocurre entonces, que no Vemos. Nuestra percepción es falsa, ya que está basada en una premisa incorrecta acerca de nosotros mismos, que somos este cuerpo, atrapado en un mundo cruel, que no es obra nuestra, luchando interminables batallas con el fin de poder encontrar un poco de paz y de felicidad es una situación sin esperanzas sobre la cual no tenemos ningún control, la muerte o todos nuestros escenarios de victimización y proyección. 

Jesús también deja claro en el Curso que la muerte puede ser elegida con la guía del Espíritu Santo y el suicido, por lo tanto, no debe evaluarse desde la forma si no por el contenido, es decir, por el pensamiento detrás del suicidio, si está basado en el ego, es un error, una equivocación, pero nada más.

Como dice el Curso, el mundo, o lo que experimentamos: Es el testimonio de tu estado mental, la imagen externa de una condición interna. 

Desde el punto de vista de gran parte del mundo, el suicidio contiene un juicio moral negativo, está estigmatizado. Ese juicio es simplemente parte de la defensa del ego, que insiste en que tanto la vida de un yo separado (soy un cuerpo), como la muerte de ese yo son reales. 

El suicidio no es un pecado, ni conlleva consecuencias que sean diferente a las de cualquier otra decisión que tomemos con el ego -todas ellas refuerzan la culpa que inconscientemente queremos mantener viva en nuestra mente para demostrar que la separación es real-. Así que el suicidio no es un error mayor que el error inicial, el de desear experimentar la separación y por lo tanto, el revivir esa alocada idea naciendo en el mundo con todas las experiencias que eso conlleva. En todo caso, estamos tratando de lidiar con el problema de la culpa que hay en nuestra mente, con el vacío y el miedo, centrándonos en el mundo como medio de solución como si el mundo fuera el problema y centrados de igual modo en nuestro cuerpo, lo que garantiza que no encontraremos la solución. Estamos tratando de resolver el problema de la separación, ese frío y dolor, ahí en el mundo, en vez de resolverlo en la mente, que es donde está enterrado el verdadero problema (la loca idea de la separación).

 Así que, tanto si morimos por suicidio como si morimos de cualquier otra manera, las creencias subyacentes guardan la diferencia. Mientras creamos que la muerte es real, seguiremos atrapados en la auto-impuesta egoica creencia de la separación. Ante el suicidio desde el ego subyace; la ignorancia, la reafirmación, la evitación del propio poder/responsabilidad, la culpabilidad, el profundo apego al personaje y a llevar razón protegiendo sus creencias hasta tal final.

Ese querer dejar el mundo simplemente refuerza su realidad, la de que todo lo que se piensa es real incluido este mundo, este sueño. ¿Quién querría dejar un lugar a menos que primero creyera que ese lugar es real y desagradable? Por eso Jesús nos dice en el Texto: «Existe el riesgo de pensar que la muerte te puede brindar paz» Capítulo 27 – La curación del sueño subcapítulo VII. El soñador del sueño Párrafo 10 frase 2

La muerte no nos libera del sistema de pensamiento del ego, ni nos libera del mundo que es su propia defensa. Entonces, ¿Cuál es la salida? La salida o el despertar de esta pesadilla o sueño es mirar el sistema de pensamiento del ego con la presencia sin-juicios de Jesús o del Espíritu Santo y descartando la separación como opción de vida, dejando esta de tener valor para nosotros. Solo así habrá paz dentro de esta ilusión, regresando a la experiencia de nuestra unidad con Dios. Esto es posible a través del perdón, a través de las relaciones y de la comunicación real ofrecida a nosotros mismos y a los demás. 

El mundo no nos está privando de nada, únicamente nuestra decisión de estar separados es lo que nos mantiene en la privación.

La verdadera paz no proviene de dejar el mundo físico, sino que llega únicamente a través de una profunda psicoterapia no dual que el curso llama la práctica del perdón. El perdón deshace la culpa de la mente que es la única causa del dolor y del sufrimiento. El perdón también deshace la creencia en la muerte. El perdón nos trae de vuelta al Ser eterno que nunca podríamos destruir, el Ser que ha continuado siendo nuestra identidad a pesar de nuestras tontas digresiones y divagaciones entre el amor y el miedo, entre el mundo real y las ilusiones. 

Aún no hay comentarios, ¡añada su voz abajo!


Añadir un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *