El duelo

¿Qué es el duelo?

Podríamos decir que el duelo es todo aquel momento en el que hay una parte de nosotros que se “resiste a dejarse ir” y aquella sensación de pérdida, de vacío desde un transito de cambio. Un cambio que no tiene porqué ser relevante a ojos del mundo, pero que sin embargo en nuestro subconsciente sí que lo estamos viviendo con suma importancia.  

El conocer bien lo que sucede en procesos de duelo nos ayuda a ayudarnos a nosotros mismos y a quien los está transitando. Para ello hemos de saber identificar cuándo es que está sucediendo un duelo y para ello, ser consciente de nuestras emociones es lo primero.

Tras la definición anterior sobre lo que podría estar siendo un duelo, podríamos ahora percibir que casi todo puede estar siendo un duelo o mejor dicho, vivirse como tal.

El duelo podría ser ese momento en el que un bebé sale del vientre de su madre. El momento en el que el bebé ocupa toda la atención y espacio emocional de la madre y la propia madre puede experimentar un duelo por percibir que está perdiendo su anterior forma de existir en su propia vida. El duelo del hombre o del padre o de la pareja, cuando su rol en la relación pasa a transformarse tras el nacimiento del hijo. ¿Dónde  queda a partir del  nacimiento de su hijo su exclusivo espacio con su pareja (la madre), donde queda su propia vida dedicada a su mundo individual? Poco se habla de ello mientras que la madre y el hijo acaparan esta nueva etapa. La pareja de esta madre, ya sea hombre o mujer, si es una familia en armonía, atenderá naturalmente y con amor las actividades, roles y aspectos que son necesarios para el mejor desarrollo de ese nuevo miembro del clan. Sin embargo, esto no significa no vivir un tránsito que puede experimentarse como duelo. Cuando nace un hijo, renacen todos los miembros de la familia al igual que cuando alguien de la familia muere, muere en todos nosotros algo nuestro. 

Un duelo puede ser la experiencia de un niño cuando entra por primera vez en el colegio. El que nuestro hijo no responda a nuestras expectativas o no se corresponda a la imagen nuestra que teníamos sobre él. También, cuando un niño se separa por primera vez de sus amigos o de sus vínculos más íntimos, cuando por salud se le niega comer ciertas cosas o incluso cuando su cuerpo comienza a cambiar en la adolescencia… 

Un duelo está allí donde las emociones nos invaden pero no las atendemos, pasamos pantalla, nos entretenemos tapándolas. Tapamos esas emociones que no sabemos escucharlas, leerlas ni transitarlas porque jamás hubo un espacio de acompañamiento ante ellas. Esto produce una no maduración mental que pasa factura y cuando más se notará será en nuestros procesos “más adultos” en los que tengamos que “reaccionar como adultos” pero no estemos sabiendo ni pudiendo hacerlo. 

Un duelo puede ser el proceso que se vive mientras vemos a nuestro perro envejecer, enfermar y no saber cual es el momento de dejarle ir, de eutanasiarlo. Las dudas de si hacerlo o dejar que muera por el mismo. Ante procesos así, no solo es el responsable del animal el que vive este proceso, si no todos los demás miembros de la familia, los hijos si los hay, así como los amigos de la familia los más vinculados al animal. Ante esta situación de duelo la decisión de si muerte natural o eutanasia, se interpreta y se vive habitualmente desde una sensación de cierta culpabilidad, inseguridad, angustia… ya que se vive como un yo que le quita la vida a un otro o un yo que tiene miedo de que su animal esté sufriendo o vaya a sufrir, así como tantas otras conclusiones que llegan a atormentar la mente de aquel que está en estas. Sin embargo, tener la claridad cómo para saber cuando es el momento es de las cosas que más se quiere y para ello es necesario poder VER y resulta que lo que no nos está dejando ver es todo un contenido mental que no se sabe atender o leer del cual solo se perciben sentimientos. ¿Cuándo es el momento, cómo debe ser…? ¿Qué nos estamos resistiendo a dejar ir? ¿Qué miedos hay bajo la despedida del animal? ¿De qué más cosas tenemos miedo a perder? ¿Qué existe en nuestra memoria y subconsciente que también creemos morirá? ¿Qué es lo que tanto valor tiene para nosotros y que está brotando a través de la muerte de este ser querido? ¿Por qué nos duele tanto? ¿Es el amor este sufrimiento? ¿Cuál es nuestro concepto de la muerte o qué ideas tenemos sobre la muerte? ¿Qué herida o creencia compartida está enraizada al concepto de muerte?

¿Qué sucede en procesos que se viven como duelo (aunque no se identifiquen como tal)?

Los sentimientos más comunes son; Miedo, incertidumbre, angustia, ansiedad, irritación, desconcierto, tristeza y culpa. 

Todos estos sentimientos ocultan reflexiones, ideas, pensamientos y creencias que no están siendo atendidos y son los sentimientos los semáforos o el camino para llegar a este contenido mental que si lo atendemos correctamente lo podremos transmutar, acompañar y liberar, dando paso así a una maduración mental sobre la que proseguir nuestros aprendizajes en nuestra vida pero ahora desde una sensación de solidez, acogimiento y seguridad.  

El duelo nos trae un momento que puede ser muy sanador, liberador y gran generador de cambio. Se esconde en el grandes oportunidades, conocernos, ir más allá de nuestros patrones, cambiar aspectos en nosotros que serán determinantes en nuestras nuevas tomas de decisiones… 

Aprender a saber conectar con nuestro duelos, a saberlos transmutar o integrar, eso nos ayuda a ayudar y a conocer el amor en todo ese proceso. 

Si deseas más información al respecto y acompañamiento en el duelo puedes escribirme aquí

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